

Guia para viajeros inocentes autor Mark Twain
Desde el puerto de Nueva York partió en 1867 la primera excursión de turismo moderno del momento, con rumbo a los sitios más clásicos del mediterráneo. En esta excursión se embarca Twain armado con su humor mordaz y su distintivo dominio del lenguaje con la idea de enviar crónicas de su viaje al diario que patrocinó su paseo, el Alta de California.
En Guía para viajeros inocentes, Twain habla de él mismo, de los antiguos maestros, de Miguel Ángel, los guías de turismo napolitanos o franceses, y de los Peregrinos y su recorrido a Tierra Santa.

Vida y Viajes de James Cook
Os dejo un increíble pdf, Vida y Viajes de James Cook, en una versión de imprenta de 1795.

Polo Sur – Roald Amundsen
Roald Amundsen cuenta en su libro El polo sur: un informe de la expedición antártica noruega en el Fram, todas las aventuras y experiencias que vivió junto a sus compañeros en la conquista de el Polo Sur.
Contiene un curioso e interesante prólogo.

simbad el marino
simbad el marino1
La leyenda de los Siete Mares
Experiencias reales de un marinero de Bagdad llamado Simbad, El Marino, que vive durante el califato abasí y de sus marineros en sus viajes por el mar al este de África y sur de Asía. Un relato conocido en todo el mundo por Las Mil y una Noche.

Del cerro andino cuya meseta terminal separa las vertientes argentina y
chilena, manan los dos arroyos que, al engrosar en breve su caudal propio con diez corrientes adventicias, dilatarán en la hoya respectiva su faja sinuosa hasta venir á ser los ríos de Mendoza y Aconcagua.
¡Aquí el rendez-vous de las prosopopeyas y frases hechas! Retórica obliga.
Se llega cansado, hambriento, aterido y abrumado por la trasnochada á mula;
harto de valles y quebradas uniformemente pintorescos, con la misma a «sierpe de plata» que se retuerce entre peñascos, reverberando al sol sus
móviles escamas.

¿Estará usted listo para el 5? Hoy es 2, y no hay tiempo que perder.
-Sí, señor; estaré.
Venía yo de Santa Fe, donde acababa de asistir a la comedia política
representada con motivo del cambio de gobernador, y la dirección
de La Nación me invitaba a hacer un viaje al extremo austral de la República, visitando cuanto paraje encontrara al paso. La misión me sonreía, pues con ella iba a realizarse uno de mis mayores deseos:
conocer esas tierras patagónicas en que muchos hombres de pensamiento cifran
tan altas esperanzas, experimentar las
impresiones de una navegación en pleno océano, y quizá ser útil a los habitantes cuasi solitarios de aquellas apartadas comarcas.

¿Estará usted listo para el 5? Hoy es 2, y no hay tiempo que perder.
-Sí, señor; estaré.
Venía yo de Santa Fe, donde acababa de asistir a la comedia política
representada con motivo del cambio de gobernador, y la dirección
de La Nación me invitaba a hacer un viaje al extremo austral de la República, visitando cuanto paraje encontrara al paso. La misión me sonreía, pues con ella iba a realizarse uno de mis mayores deseos:
conocer esas tierras patagónicas en que muchos hombres de pensamiento cifran
tan altas esperanzas, experimentar las
impresiones de una navegación en pleno océano, y quizá ser útil a los habitantes cuasi solitarios de aquellas apartadas comarcas.

Vos que jamás viajáis de otro modo más que con el espíritu, yendo de libro
en libro, de pensamiento en pensamiento, y nunca de país en país, vos, que
pasáis todos los veranos a la sombra de los mismos árboles y todos los
inviernos al amor de la misma lumbre, queréis, enseguida que abandono París, que os diga, yo, vagabundo, a vos, solitario, todo cuanto he hecho y todo
cuanto he visto. Sea. Obedezco.
¿Lo que he hecho desde anteayer, 18 de julio? Ciento cincuenta leguas en treinta y seis horas. ¿Lo que he visto? He visto Etampes, Orléans, Blois, Tours,Poitiers y Angouléme.

navegaciÓn_en_vapor_por_el_rÍo_negro
Por fortuna, a las seis de la mañana dejó de llover, pero se cirnió tina densa niebla. La
carreta donde cargamos el equipaje debió hacer un amplio rodeo para llegar al puerto, mientras nosotros, resoplando y jadeantes, bajamos a los tropezones las empinadas
cuestas que los patagones llaman calles.
Los peones del puerto habían encendido una gran fogata cerca del embarcadero, en
parte para calentarse, en parte para favorecer la orientación, pues la iluminación de las
calles es bastante deficiente en Patagones, en particular cuando hay bruma

El caos de las calles. Las mujeres ensabanadas y esas otras que llevan el
cabello cubierto por un pañuelo. La vocinglera marabunta de autos antiguos, de furgonetas que recuerdan las de los coolies de la India, conducidas por críos
de diez o doce años.
Me lloran los ojos alternativamente. El primero, el derecho, de visita a las pirámides de Gizeh. El día siguiente, el izquierdo, cuando acudimos a la Ciudadela y a su mezquita.
Las pirámides están rodeadas por ese bosquejo ruinoso y que expande sonidos
caóticos que constituye la ciudad. Ésta posee una bruma propia que se espesa en el horizonte y vela la luz de ese sol que a mí me está matando. Será siempre igual hasta que vayamos hacia el Mar Rojo y la luz se atenúe un poco para darme un respiro.

El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, regresó precipitadamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más antiguas del barrio viejo de Hamburgo.
Marta, su excelente criada, se azaró de un modo extraordinario, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo. «Bueno» pensé para mí, «si mi tío viene con hambre, se va a armar la de San Quintín porque dificulto que haya un hombre de menos paciencia».

Os escucho, señor.
—Caballero, tengo el honor de solicitar la mano de miss Watkins, vuestra
hija.
—¿De Alice?…
—De Alice, señor. Mi demanda parece, sorprenderos. Dispensadme pues si
no acierto a explicarme en qué puede pareceros extraordinaria. Como sabéis,
me llamo Méré. Bien, actualmente, cuento veintiséis años y soy ingeniero de
minas, salido con el número dos de la Escuela Politécnica. Mi familia es
sumamente honrada, si bien carece de fortuna. El cónsul de Francia en el Cabo
podrá confirmar cuanto os digo, si así lo deseáis, lo mismo que mi amigo
Barthés, el valiente cazador que ya conocéis, como todos en Griqualandia.

La división del mundo
-I- Aquí empiez la rúbrica del éste libro denominado La división del mundo
Señores emperadores, reyes, duques y marqueses,condes,hijosdalgos, y burgueses y gentes que deseáis saber las diferentes generaciones humanas y las diversidades del las regiones del mundo, tomad este libro y mandad y mandad que os lo lean, y encontraréis en él todas las grandes maravillas y curiosidades de la gran Armenia y la de Persia, de los tártaros y de la India y varias otras provincias; así os lo expondrá nuestro libro y os lo explicará clara y ordenadamente como lo cuenta Marco Polo, sabio y noble ciudadano de Venecia, tal y como lo vieron sus mortales ojos.
